Tenia cita a las tres de la tarde, eran las dos cuarenta y cinco y aun no podía salir de mi casa, ya ni siquiera me acuerdo de los motivos pero el caso es que salí corriendo, llegue a la esquina y no pasaba taxi alguno, odio cuando ocurre eso. Por esos lugares solo pasan dos microbuses, pero si esperaba a uno de ellos, llegaría aun mas tarde, también pasa un colectivo pero son pocos y la espera es larga, aunque solo de recordar los viajes en colectivo con Andrés, sube un poco mi temperatura cuando evoco aquellos osados juegos sexuales en el asiento trasero de esos autitos.
Corrí hacia la avenida principal para aumentar las posibilidades de un taxi, hasta ese momento, estaba por lo menos con veinte minutos de retraso. Cuando ya me estaba encomendando a todos los santos y en mi mente contaban por lo menos tres mil “por favor”, veo que una señora gorda bajó de un auto de arriendo dos cuadras mas allá, corrí de nuevo y trate de silbar como hacen algunas personas, pero eso del chiflido nunca se me dio muy bien, casi perdí las esperanzas cuando desde adelante alguien le avisó al taxista que yo corría tras el.
Cuando llegue al punto de encuentro Andrés estaba furioso y no es para menos, treinta y cinco minutos no es un atraso menor.
- Hola – me dijo con cara de odio y tono muy grabe.
- Hola, perdón por la demora.
- De saber que me tendrías esperando tanto rato, no vengo, es mas creo que me voy ahora – dijo muy enojado.
- Lo siento mucho, pero no te vallas, por favor, mi mamá preparo berlines para ti.
- Mmmm ... Solo voy por no desairar a tu madre, contigo... estoy furioso!
Nos subimos a otro taxi, sin decir nada abrió la puerta de adelante y se sentó junto al conductor, con lo que me decía sin palabras lo furioso que estaba conmigo. En la radio del taxi sonaba una canción melosa, de esas típicas para escuchar abrazado a quien amas, ¡lo odié por sentarse adelante!, cuando termino la canción yo estaba con la cabeza apoyada al vidrio mirando por la ventana, mientras el locutor de la radio anuncia “a pedido de dos enamorados suena en FM’DOS Corazones, al nuevo Single de Ana Torroja y miguel Bosé, primer corte de su disco Girados” cuando empezó a sonar la cancioncita, inevitablemente una sonrisa salió de mis labios, y cuando mira el espejo lateral del auto por la ventana, vi que Andrés tenia la misma reacción, se sonrojó y al notar que lo yo lo miraba volteo su cara y miro hacia otro lado, aunque era inevitable, no podíamos resistirnos a esa canción, me miro con una sonrisa por el espejo y me tiro un beso, impulsivamente le pidió al taxista que se detuviera, salió del taxi, abrió la puerta de atrás y se sentó a mi lado.
- No puedo enojarme contigo – me dijo al tiempo que tomó mi mano y la apretó fuertemente, sin importar las miradas acusadoras del señor conductor.
Cuando llegamos a casa, mi hermanos pequeños se colgaron del cuello de Andrés, lo adoraban, decían que era como su hermano mayor... bueno, lo que me causaba mucha gracia pues yo soy el mayor, pero le decían así porque el es mas alto que yo. Mi madre también se alegro mucho al verlo, pues le tenia un especial cariño, en casa todos sabían que éramos pareja excepto mi padre, entonces no había problemas en demostrar expresiones de cariño pues mi padre llegaba tarde por la noche.
Luego llegaron mis primas a conocerlo. En la tarde noche nos sentamos todos en el living de la casa a beber unos tragos, fumar y a conversar de la vida, Andrés tenia afinidad con todo el mundo, mis primas Andrea y Camila estaban encantadas con el, pero... quien no quedaba encantado con su sonrisa. Entre cuchicheos las niñas me preguntaban de donde saqué un hombre tan encantador y atractivo como el. Entre conversaciones animadas, música y risas, no nos percatamos cuando mi padre abrió la reja de la calle y se estaciono en la entrada, y cuando sentí que se estaba girando la perilla del puerta de entrada, salté de mi apacible posición y de quede en el suelo al lado del sillón donde se encontraba Andrés. Como siempre mi padre se insertó al grupo con un trago igual que todos, pero al rato empezó a hacer sus incomodas e incisivas preguntas tales como “¿cuándo vas a dejar de traer amigos y nos presentarás una polola?” o “¿qué pasó con la esa niña con la que pololeabas hace poco?”, le preguntaba a mi novio si el tenía polola, o si era casado o de plano hacia comentarios como... “¿qué pasaba con esta juventud? parece que ya no les interesan las mujeres”,. A lo que ambos respondíamos con monosílabos sin conseguir ocultar el nerviosismo.
Así trascurrió la noche hasta el momento de ir a dormir, mis primas se fueron a sus respectivas casa y mis hermanos a sus habitaciones, cuando mamá me llamó a la cocina y me dijo con tono cómplice:
- Vamos a hacer una cama en el suelo, debajo de la tuya, para que tu papá mañana piense que ustedes durmieron separados. – con los colores en el rostro no puede mas que decir que me parecía una buena idea. En casa hay habitaciones de visitas, pero la excusa era que entre amigos hablaríamos hasta tarde, pero por lo que veo, con mi madre no eran necesarias las excusas, pero para mi padre funcionó muy bien (o eso creí yo).
Nos acostamos, esperamos a que las cosas se tranquilizaran un poco en la casa y siguiendo los consejos de mi madre, Andrés subió a mi cama. Besos lentos y muy suaves, yo me apoyaba en su pecho, mientras con una mano acariciaba su rostro al tiempo que mis labios se posaban suavemente sobre los de el. De pronto se detuvo, y en silencio bajo de mi cama, a lo que le pregunte -: ¿por qué? Pero con un -: Sshhhhh – y un dedo en mis labios me silenció, se recostó en el improvisado lecho bajo el mío y me miro dulcemente. Cuando de pronto sin previo aviso, sin un toc, toc, sin la mínima cortesía o deferencia, mi padre abrió la puerta que estaba sin seguro y asomando su cabeza por el umbral de la puerta dice:
-: buena noches!, no conversen hasta tan tarde.
Una vez que pasó un poco el susto, puse seguro a la puerta, subí levemente el volumen de la música y fue entonten que entre besos y caricias, nos despojamos lentamente de los prejuicios del cuerpo, para luego con el alma también desnuda, contemplando nuestros cuerpos, deleitando primero la vista, para luego dar paso a suaves caricias que estremecieron nuestros cuerpos, así nos entregamos el uno al otro, obedeciendo los dictados de los sentidos y el corazón.
Esa noche por primera vez se fundieron nuestros cuerpos, quedando nuestras almas unidas indivisiblemente para siempre, pero el destino se encargaría de escribir con nosotros una historia dibujada en las extrañas formas de un lenguaje que al día de hoy no logro comprender.
Continuará...