Noche de cacería

Las cuatro paredes solitarias del departamento empezaron abrumar la mente del muchacho, la soledad y el ahogo dieron el empujón para dejar el libro de lado y como un ritual ancestral, comenzaron los preparativos. Una rápida ducha, ropa planchada del closet (que ya hace años esta abierto y vació), un rápido peinado con cremas y ungüentos varios, un poco de perfume, preservativos al bolsillo, un abrigo, bufanda y guantes de lana para al aplacar el frió penetrante de una noche solitaria, porque no es la penetración del frió lo que el esta buscando, y la soledad no es algo que se pueda disimular con prendas.

Tres y media de la madrugada y la neblina en la capital, a pesar de ser la primera del año, es mas espesa que nunca, el frió se cuela bajo sus ropas, pero el ya no es una persona, es un animal, una bestia de caza, curtida contra el frió y los golpes, lo único que importa es una buena presa para matar el hambre de esta noche... alguien a de morir en su lecho.

Colmillos afilados y un buen cuerpo para engatusar, ni el taxista a de salvar esas miradas lascivas e insinuaciones, que para cuando Sr. el conductor comenzó a frotar su miembro abultado contra el volante y el muchacho humedecía sus labios al espejo retrovisor... el recorrido ya había acabado... lastima, el taxista perdió su oportunidad, el animal ya estaba en las puertas de un una trampa llena de posibles presas, un buen botín para una noche fría.

Torbellinos de luces y mareas de cuerpos que se agitan y revolucionan al compás de ritmos candentes, hombres frotándose entre pares, cuerpos sin almas, mundos vacíos. La carne abunda pero el bocado no es el mas sabroso... eso no importa, ahora solo hay que cazar. Solo es cosa de fijar los ojos sobre una victima, dejar el cebo y esperar a que pique... sola llegará la presa a comer de su mano, esta noche solo hace falta un trofeo para decorar sus sabanas... un trofeo más, aunque sea…
… solo por esta noche.