Un nuevo cuento de hadas

Cuando era niño, soñaba con mundos mágicos de duendes y hadas, la magia envolvía mi vida y mis sueños se nutrían de ella, mundos maravillosos donde me paseaba por bosques increibles llenos de encantos y hechizos, solía tener la capacidad de ser quien quisiera y de transformarme en lo que mi imaginación dictara, podía volar por los cielos y aguantar la respiración bajo el agua durante horas. Era tan valiente, que a veces, “hasta” me atrevía a salir de mi cama por la noche para ir al baño solo y sortear sin compañía los peligros que me deparaba la noche oscura. Pero de pronto los sueños se quedaron guardados en un cajón y se llenaron de polvo, la magia despareció de mi vida a golpes y porrazos y me vi convertido en un simple mortal con apenas capacidad de sobre vivencia. Mi bosque maravilloso se convirtió en una jaula de cemento y edificios, atestada de papeles y burocracia adulta, los encantamientos se transformaron en oscuras maldiciones y las hadas y duendes se transformaron en oscuros hombres y mujeres envueltos en grises trajes de dos piezas con elegantes corbatas y pañuelos... hasta que el mágico hechizo de la niñez terminó por desvanecerse.
Pero dicen que estoy regido por un signo de tierra y al parecer la lluvia nutre mi alma, así como el agua fertiliza el campo. Tal ves por eso algo cambia en mi en tiempos de lluvia, el instinto mágico despierta y descubro encantamientos dormidos en mi corazón desde tiempos inmemoriales.
Ahora después de tanto tiempo, mucho tiempo, la magia despierta en mi vida de una forma diferente, aparece en forma de un hermoso muchacho de piel blanca porcelana y cabellos negros rizados. Un cálido resplandor se esconde tras esos ojos que me hipnotizan con sus constantes cambios de color, y el imán bajo su piel pulcra y porcelana me invita a tocarlo, su voz maravillosa transforma la atmósfera en música y sus labios me incitan al pecado, mundos maravillosos se alzan en su mirada, recuerdo el perfume de mis viejos mundos cuando me acerco a su piel... vuelvo a ser niño cuando me pierdo en su mirada, la magia renace entre nosotros y empezamos a escribir un nuevo cuento de hadas.

...Para el niño de agua.

Porque eres un regalo que me trajo la primera lluvia de este mágico invierno.